si cuando vienes a plantearme un problema, vienes ademas con alguna solucion, abrazaré tu problema como mio y juntos lo enfrentaremos, si no, lo colocare en la pila de «más problemas» y lo atenderé cuando pueda
opinión
decir lo siento…
Hace algún tiempo, encontré y leí por casualidad un artículo de Hector García Quintana que me gustó y hoy con permiso del autor lo copio aquí. El artículo original se puede leer el el blog del autor, en decir lo siento.
Todos cometemos errores. Nadie es infalible, ni perfecto, ni tiene todas las soluciones a todos los problemas humanos y divinos. Precisamente por ello debemos estar abiertos a comprender a los demás, debemos ser capaces de ver los errores nuestros para no juzgar con demasiada severidad a los de los demás.
Los psicólogos dicen que pedir perdón es necesario. Si cometemos un error, si nuestra apreciación nos impidió hacer lo correcto en su momento, no deberíamos tener miedo o vergüenza para decir “lo siento”. Si nuestro arrepentimiento es sincero, si nos percatamos del error, las personas a las que dañamos y que ahora necesitamos escuchen nuestro arrepentimiento, tendrían más elementos para poder aceptar nuestras disculpas.
Y en nosotros mismos la disculpa, el decir “lo siento” provoca la sensación de que algo hemos reparado del daño que previamente hicimos, si es que en algo se puede reparar.
Sin embargo, pedir disculpas puede ser un problema.
Los errores enseñan. Es el más viejo de los métodos de aprendizaje. Me equivoco y vuelvo sobre mis pasos para tomar otra decisión a la que me indujo al error. Así aprendemos todos los seres humanos.
Otros tienen el don (que se puede aprender si se escucha y se observa bien el mundo y las personas) de prever los errores. Cometen menos errores porque intuyen donde está el mal camino a elegir y toman el correcto luego de un análisis concienzudo de la realidad y del problema que se les presenta.
Por el contrario, otros cometen errores casi todo el tiempo, apenas piden perdón por ello, pero cuando lo hacen vuelven a cometer los mismos errores una y otra vez, para pedir disculpas nuevamente sobre el tema repetido. Este es un gran problema: pedir perdón demasiadas veces.
Alguien puede equivocarse una vez y podemos o no aceptar sus disculpas. Depende de si creemos o no sus argumentos, si queremos o no al equivocado. La segunda vez que se equivoca en el mismo tema, la mosca se posa tras nuestra oreja, pero con buena voluntad, podemos aceptar que el aprendizaje básico de prueba-error no es igual para todos. Pero a la tercera, a la cuarta, la quinta, o quien pide disculpas tiene la peor suerte del mundo o no existe equivocación y es probable que estemos siendo manipulados.
Decir “lo siento” tantas veces puede entonces no significar nada. Es como la fábula, que de tanto avisar falsamente que venía el lobo nadie creyó cuando vino en realidad. Por eso debemos analizar nuestros pasos, porque si bien los estudios actuales demuestran que, contrario a lo que creíamos, tomamos casi todas nuestras decisiones más intuitiva que racionalmente, es importante que los caminos escogidos, las vías tomadas sean las menos erróneas posibles; y si fue errónea, siempre queda pedir perdón si alguien sale dañado.
Pero que no sea demasiado porque un día nos vamos a sorprender que la persona que siempre nos perdonaba, un día nos mira a la cara sin creer ni media palabra de lo que le contamos en nuestra disculpa. Entonces la habremos perdido.
mi fuerza interior
si piensas que podrás conmigo, estas confundido… mi fuerza radica en como soy, cada día me refuerzo en los «altos hornos» de la vida y los que están a mi lado conforman un ejército invencible
ruidoso silencio
abismos de risas orientan oscuros jolgorios,
estremecen mi alma en el balcón de mis ojos,
mudas carcajadas sacuden mi ánimo,
lagrimas ácidas enmudecen mi aliento,
de dónde vienen, qué interior señalan.
qué frío sentir se aloja en mi llanto,
qué escaso calor trasmite el espacio.
el silencio buscado no calma mi angustia,
suena como gritos, penetra mi calma,
destroza mi orgullo, liquida mi porte,
miro en derredor y no encuentro consuelo.
préstame atención, porfa
uno no es muy rápido con el teclado del teléfono, serán los años, mis dedos como salchichas, mi avanzada presbicia, o que mi cabeza va más rápida que mis manos, pero me resulta muy desagradable que la persona con la que estas “hablando” por medio de cualquier chat, no sea capaz de esperar, no más de 2/3 segundos, para ver lo que estoy diciéndole y desaparezca de la conversación, la mayor parte de las veces para “picotear” en otras conversaciones que van apareciendo como avisos en mi propio teléfono.
sí, soy rarito, lo reconozco, pero me desagrada que cuando estoy hablando con una persona no me dedique su atención.
imaginemos que esa conversación se produjera en la mesa de una terraza en cualquier bar, en medio de la conversación, me levanto y me voy a iniciar o continuar otras conversaciones en otras mesas, voy de mesa en mesa, y vuelvo a mi silla, recupero la grabación de lo que la persona que está conmigo ha dicho en mi ausencia, respondo con otro par de frases y vuelvo a irme. el “ruido” de las conversaciones es infernal, 5, 10 o 20 mesas con grupos de gente hablando, cruzando mensajes, risas, muchas veces ridículos por lo simple, jejejejeje, jijijii, o caritas y/o gestos que complementan las conversaciones, y que hay que interpretar volviendo a escuchar la grabación de las conversaciones.
esta situación nos resulta impensable “tête à tête”, nuestro interlocutor no lo permitiría, pero en la sombra de los chats. . . el comportamiento de algunas personas cambia de forma radical, permitiéndose licencias que por simple y pura educación no deberían darse.
quizás me esté haciendo viejo, quizás mi educación fue excesivamente estricta o severa, o simplemente soy muy exigente, pero yo, cuando estoy hablando con alguien intento “escucharle” (o leerle) y si no puedo o no quiero, pues lo digo.
Ineptitud de Endesa (y otros proveedores) y el derecho al pataleo
Hace mes y medio estoy viviendo en mi nueva casa, un pequeño apartamento, para el que necesité solicitar el cambio de titularidad de agua y luz, y la tramitación del alta de suministro de gas.
Maldigo la hora en la que se me ocurrió hacerlo con Endesa, ya que en estos momentos (en los que las mañanas zaragozanas marcan muchos días 2/3 grados) todavía no dispongo de gas, y por tanto ni agua caliente ni calefacción.
Al solicitar el alta me indicaron que la media de tiempo para la instalación del contador era de uno 6 días. Teniendo en cuenta que estaba el puente del pilar por el medio, imaginé que a mediados de octubre ya estaría solucionado. Me pidieron un teléfono para que el instalador se pusiera en contacto conmigo para acordar el momento de hacer la instalación. Les di mi número de móvil de forma que día y noche pudieran localizarme.
Desde el día de la solicitud he llamado al teléfono de atención al cliente unas 12 veces, recibiendo respuestas muy diversas, desde esta misma tarde se pasará el instalador, hasta la última, ayer en la que me indican que una vez pasado el plazo legal para hacer la instalación, abren una incidencia (hasta ayer no era posible ni eso) y debo solicitar de nuevo el alta. En la mayor parte de mis llamadas me ha vuelto a pedir un teléfono de contacto, e incluso me han dicho que el instalador me llamó y estuvo en mi casa.
Evidentemente ningún instalador me ha llamado y ninguno ha estado en mi casa, salvo que haya entrado sin mi permiso y sin estar yo.
Ayer llegué al límite de mi paciencia ya que la «amable» señorita que atendió me llamó mentiroso, después de decirme que no se podía cancelar la solicitud de alta (a pesar de que previamente me habían dicho que tenía que volver a hacerla).
Hoy, intentando darme de alta con otra compañía, necesito determinada información que debe facilitarme Endesa. Las trabas que me han puesto ha hecho imposible tener dicha información, me piden datos del anterior titular, DNI, cuenta bancaria, etc. Sólo les ha faltado pedirme la talla de calzoncillos.
La conclusión es que aunque Endesa me regale el gas y la luz, se van a quedar sin un cliente, que imagino les «traerá al pairo» pero es que todo tiene un límite, y lo que nadie me va a poder quitar es mi derecho al pataleo.
la presencia en Internet
Cada vez es más raro encontrarse con alguien que de alguna manera no tenga una presencia en la Red. En el ámbito laboral, es casi imposible encontrar una empresa u organización que no tenga una página web, y a nivel personal, es incesante el grado de aumento de cuentas en redes sociales y blogs.
La presencia en Internet de alguien (organización, empresa, persona, o cualquier otro ente) no es sólo hacer una página web bonita, o crear una cuenta en facebook o twitter, requiere una definición previa de los objetivos que se persiguen. Es necesario analizar y definir el por qué y para qué, los famosos «misión y visión».
Una vez establecidos el motivo (por qué) y los objetivos (para qué), será necesario definir la forma en que se pretende llegar a la meta, el cómo conseguir los objetivos. Periódicamente tendremos que ir midiendo el grado de consecución de los mismos y replanteando, si es necesario, el camino a seguir.
Una de las partes importantes del cómo, es la definición del llamado posicionamiento (que nada tiene que ver con los buscadores) tradicionalmente asociado a las marcas.
Según la wikipedia: «Se llama Posicionamiento al lugar que en la percepción mental de un cliente o consumidor tiene una marca, lo que constituye la principal diferencia que existe entre ésta y su competencia», es decir lo primero que piensa alguien de una marca, producto, campaña, organización, etc. Es muy importante tener claro quién y cómo quiero ser, para desarrollar la imagen perfectamente alineada con estas ideas.